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La cocina
Cuando tía Elvira murió
Heredé su cocina
Pagó peaje
A través de la autopista
Sin cortejo
Repleta de aromas vibrantes
Y recetas secretas
Hasta llegar a mi galería sin glicinas.
Blanca
Con un vidrio transparente.
Recordé un pan dulce que resucitó a varios solo con su perfume
Los horneaba por hileras
Y los regalaba para las vísperas.
Sutilmente demoníaca como un ídolo
Un totem macizo
Tecnología siglo veintiuno
Me aguarda.
La miro con odio.
Vi la joroba de Elvira
Cuando se inclinaba ante ella
A temperaturas extremas
Ví las quemaduras en sus manos
Eran estigmas.
El altar de Elvira no es mi altar, pensé
Y la derribé con todas mis furias
El vidrio se rompió en pedacitos incandescentes
Al tiempo se transformó en un nido
Y de su interior
Brotaron pájaros
Y cantos.